Llegó
el mes de septiembre, y con él un sinnúmero de simbolismos patrios que, al día
de hoy, son interpretados de manera diferente por algunos grupos que
constituyen nuestra pluralidad nacional.
El
Presidente Electo de México, Enrique Peña Nieto, se ha estado expresando con
razonados conceptos de cobertura genérica: "Hagamos de nuestra pluralidad
una fortaleza. Que nuestras legítimas diferencias sirvan para enriquecer a las
políticas que exige en este momento el país... respondiendo a intereses
nacionales y no de partidos".
Mientras,
Andrés Manuel López Obrador y sus actuales seguidores ponderan como fundamental
interés, de sus partidos coaligados, el que no se acepte un fraude y una
imposición que en su criterio se cometió, a favor de Peña Nieto y del PRI, por "los
malignos poderosos" que se han apropiado de México, según su protesta.
Estas
posiciones, de parte de nuestra pluralidad, provienen del proceso electivo 2012
que tuvo como propósito la sucesión presidencial. Dentro de ese procedimiento,
bien o mal, todos los participantes aceptaron las reglas, los recursos que se
les entregaron, y cada una de las etapas desarrolladas.
Todo
iba bien, incluso momentos antes del día de la emisión del voto, por parte de
la ciudadanía, los 4 contendientes a la Presidencia de la República firmaron
ante la autoridad electoral su aceptación al procedimiento, su aval a todo lo
realizado, y se comprometieron a reconocer los resultados del escrutinio.
Sin
embargo, una vez que se conoció la suma total de los votos para cada candidato,
López Obrador mostró una vez más su mendaz conducta al desconocer los efectos
del conteo, al no favorecerlo, ya que si hubiese sido el triunfador su actitud
hubiera sido otra.
La
verdad es que está, Andrés Manuel, tan lleno de odios como de contradicciones.
Su instrucción ha sido que se repitan por donde quiera dos palabras, pero de
manera constante: "fraude", e "imposición", y que se siga
ofendiendo y agrediendo a Enrique Peña Nieto sin ninguna tregua, y sin ningún
sentido práctico. Repetirlas, al estilo nacifascista, las hace más creíbles.
Su
veneno es excesivo, aunque él le denomina amor a México; y lo ha contagiado a
cuantos se han dejado.
Quién
no recuerda cuando dijo que: "... si pierdo esta elección me retiro de la
política, y me voy a la Chingada", una hacienda de su propiedad con ese
significativo nombre; empero, ahora en un mensaje que publicó en su cuenta
Twitter se ha desdicho: "Me retiraré de la política cuando la patria sea
de todos". Y pretende reunir, con apoyo de gobiernos perredistas, a una
multitudinaria manifestación en el Zócalo del Distrito Federal este domingo 9
de septiembre, para dar las líneas a seguir, violentas, pero con disfraz
prosódico de pacíficas.
El
Presidente electo Enrique Peña, sensato y prudente responde: "La sociedad
ha dispuesto que los políticos tengamos apertura para dialogar, y voluntad para
alcanzar acuerdos, elevando con ello la calidad de vida de los mexicanos".