LOGOS
2021-2022
HACER,
DE TRIPAS, CORAZÓN
Durante mis estudios de bachillerato en
el Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo leí el certero
mensaje de un filósofo liberal mexicano del siglo XIX, Melchor Ocampo
(1814-1861), quien como gobernador de Michoacán expresó: “Convoco a la unidad
nacional, frente al peligro de división del país”.
En ese tiempo, un México desunido (por
un presidente autócrata llamado Antonio López de Santana) perdió más de la
mitad de su territorio.
Ese presidente López, llamado por el
pueblo “héroe del sainete”, fincó su largo periodo presidencial en desunir a
los mexicanos, y en regalar dinero de las arcas públicas para corromper gente que,
en su ignorancia y pobreza, le servían ciegamente.
Cualquier parecido de aquella caótica
etapa histórica, con este final del 2021 e inicios del 2022, es mera
coincidencia.
Después
(en mis estudios profesionales) llegó a mí la voz de un profeta español
errabundo, León Felipe Camino (1884-1968), quien a su decir llegó a México
“montado en la cola de la Revolución”, y me sentí fascinado por su mensaje:
“Pero el Hombre es un niño laborioso y
estúpido que ha hecho del juego una sudorosa jornada, ha convertido el palo del
tambor en una azada, y en lugar de tocar sobre la tierra una canción de júbilo,
se ha puesto a cavarla. ¡Si supiésemos caminar bajo el aplauso de los astros y
hacer una símbolo poético de cada jornada! Quiero decir que nadie sabe cavar al
ritmo del Sol, y que nadie ha cortado todavía una espiga con amor y con gracia…”
Esos conceptos poéticos me hicieron
considerar que la vida es un juego, y que este esparcimiento (contenido
esencial de la naturaleza humana) resulta de tal importancia que exige toda
nuestra responsabilidad.
Con motivo del año que se va, 2021, e
incitado por el año que llega, 2022, recuerdo esas percepciones de dos
pensadores lúcidos, a quienes mucho debo; empero, los evoco frente a una
realidad nacional preocupante.
Magníficos son los juegos que auxilian
al desarrollo del ser humano; pero hay juegos malignos que practica otro
presidente López, cuyo segundo apellido es Obrador.
Y obra, nuestro actual presidente,
dividiendo a los mexicanos, y regalando dinero del billonario erario federal
para ganar obediencia ciega, y votos para sostener su poder.
Hace derramas económicas que no son
productivas, sino sólo para un consumo, por lo que así, no se acabará, nunca,
la pobreza. Y bajo este ritmo y este esquema no hay economía que aguante, por
lo que tarde o temprano la burbuja estallará, y él (quien genera esta
perversidad) les echará la culpa a sus malosos preferidos.
Los juegos de Andrés Manuel responden a
su egolatría y a su odio.
Gastos multimillonarios (ante un pueblo
pobre, insalubre y con hambre) so pretexto de que hay que hacer el ejercicio
“democrático”; cuando nada tiene de democrático ese absurdo llamado a esa
votación, inconstitucional, denominada “revocación de mandato”.
Si 90 millones de mexicanos votaran a
favor de que se le revoque el mandato como presidente a Andrés Manuel López
Obrador, esa votación sería inconstitucional, pues se aplicaría a Amlo (retroactivamente
y en su perjuicio) un precepto normativo que entró en vigor después de iniciar
su ejercicio presidencial.
Además, el texto de la boleta autorizada
es inconstitucional, al presentar en su literalidad dos opciones: o “revocas”,
o “ratificas”; ya que nuestra Carta Magna instituye exclusivamente la “revocación”,
no la “ratificación”.
Para que ese texto de la boleta sea
conforme a derecho, debe ser: revocas, sí, o no.
Pero el capricho y la soberbia del
actual presidente no tienen límites ni contrapesos.
Su juego es un funesto sainete
autoritario; por ello, siguiendo una antigua conseja, debemos de hacer, de
tripas, corazón, y hacer del corazón un cerebro, para que nadie salga a votar
ese día.
Si nadie sale a votar, el presidente
Amlo recibirá lo que merece.
Y aunque es capaz Andrés Manuel de
rellenar las urnas con votos falsos, el poder del vacío inteligente, mostraría
el decoro y la dignidad
de los
mexicanos.