Y
es que este personaje deseó, y luchó, para que las Leyes de Reforma tuvieran
base normativa en la Constitución del 1857; y al observar con impotencia que la
mayoría de los diputados se oponían a ese paso trascendente, se trasladó con su
oratoria al fondo del problema.
Con
esos conceptos vertidos se colocó a la vanguardia de todos sus colegas, y es
posible que la mayoría de ellos ni siquiera captó la hondura de la cuestión
social que estaba planteando.
Discurriendo
no únicamente sobre la tierra, como recurso productivo, sino del mejor recurso
del país: los mexicanos, "los que no son inmorales, ni perezosos ni
enemigos del trabajo, sino laboriosos y gente de conducta recta, pero quienes
son echados a perder por el sistema económico actual de la sociedad mexicana,
pues éste no satisface las condiciones de la vida material de los pueblos... y
una mecanismo económico que es insuficiente para su objeto preciso, debe
perecer..."
El
eco de su admonición llegó hasta el Congreso Constituyente del 1916-1917, y
fue, por ende, un pionero de las cuestiones sociales tan debatidas a principios
del siglo XX.
Ponciano
fue un acusador, frente a su Congreso, de que la Constitución de 1857 carecía
de la simiente política liberal, pero que lo más aterrador era que estaba falta
de cimientos económicos, y de planteamientos y soluciones en materia de
producción y de distribución de la riqueza.
Para
Arriaga la democracia cabal no era tal, si no había como sustento una
democracia económica. Y esto para el México de su tiempo era algo
incomprensible.
En
las ideas de su discurso, frente a sus compañeros diputados constituyentes, se
vislumbran las repercusiones de la lucha de clases en la Revolución Mexicana
del 1910, y en combate parlamentario en el Congreso Constituyente que aprobó y
proclamó la Constitución que hoy nos rige.
Su
visión, y sentido de modernidad, deben ser reconocidos por los mexicanos del
siglo XXI
He
escrito este artículo en el año 2011, justo para recordar a este liberal de
tesis tan sensiblemente sociales, a 200 años de su nacimiento en San Luis
Potosí. No deseo que pase este año sin rendirle el homenaje de estas sencillas
palabras.
Arriaga
era liberal, es cierto, pero no radical. Y no era ni socialista ni comunista.
Simplemente vivía muy cerca del sufrimiento de la gente de ese tiempo.
Nada
mejor que comenzar, un año nuevo, con los reflexivos y gratificante conceptos
de este ilustre mexicano. ¡Feliz Año Nuevo para todos!