LOGOS
AMLO,
el camorrista
AHORRADORES,
¡UNÍOS!
De una lengua tarda y un cerebro
intricado, como el de AMLO, escuchamos afirmar públicamente en una mañanera de
hace pocos días: “Es necesario que bajen más las tazas de interés. Las está
bajando más el Banco de México, pero tienen que bajar más todavía.”
El presidente Andrés Manuel López
Obrador debía saber, y obrar en consecuencia, (o no sería buen obrador) que el
Banco de México, conforme al artículo 28 de nuestra Carta Magna es “un banco
central… autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración.
Ninguna autoridad podrá ordenar al banco…”, ni presionarlo, sobre todo si dicho
estrujón proviene del presidente de la república.
Por eso, Andrés Manuel incumple con la
constitución al forzar descaradamente a esa institución bancaria que tiene,
como objetivo prioritario, el procurar la estabilidad económica del país.
Los limitados conocimientos en economía,
de López Obrador, no le permiten comprender que su manifestación, ya
transcrita, conlleva en el fondo dos cosas: el interés que los bancos pagan a
los ahorradores; y, el interés que el banco cobra a quienes les presta el dinero
de los ahorradores.
El dinero propio de los banqueros es
poco (menos del 10% del capital manejado) a comparación con el dinero de los
ahorradores (más del 90% de ese capital en oferta).
Esos recursos monetarios de los ahorradores
en el banco, para que no se deprecien ante una inflación grave y a la vista,
deben recibir como mínimo el monto de esa inflación y un poco más para
estimular el hábito de ahorro.
Oficialmente la inflación anda en un
poco más del 3%, pero el gobierno engaña a los mexicanos, pues la inflación
real es más alta, acaso del 6%, medida con los mismos parámetros oficiales.
Así que, en esta época, ahorrar es
perder.
Logre, el Banco de México, que los
banqueros paguen más interés al ahorrador, y que cobren menos interés a quien
solicite crédito; pero, sin romper la estabilidad y el equilibrio económico de
la nación y, sí, regulando los ingresos de los dueños de esas empresas
bancarias, con análisis serios, y sin demagogia, ni siquiera la de AMLO.
Qué pasaría sí todos los ahorradores se
unieran, y decidieran, al unísono, ir al banco a retirar su dinero. Esto cimbraría
a nuestro sistema económico.
Sería un suicidio; tan irresponsable,
como irresponsable es qué el presidente AMLO presione para que (directa o
indirectamente) bajen el interés a los ahorradores.
El camorrista AMLO debe dejar de tirar
patadas a todos: a los conservadores, a los médicos y enfermeras, a los
fideicomisarios, a los neoliberales, a los agricultores, a los ministros de la
corte, a los periodistas, a las feministas, a los expresidentes, a los
abogados, a los empresarios, al gobierno español, al vaticano, a los
gobernadores, total, a todos los que integran la lista interminable de sus
ofendidos.
A ese padrón de agraviados, hoy, se
suman los ahorradores.
Las patadas de un presidente (más si es
autoritario) son muy peligrosas, porque no son como las de Platero, aquel
burrito que las lanzaba al viento con la gracia de una bola de algodón para
agitar el aire por donde transitaba una linda mariposa; como magistralmente
describe, a su borrico, el lenguaje poético del Premio Nobel 1956: el español
Juan Ramón Jiménez (1881-1958).
Y en tratándose de dinero, López Obrador
debe ser súper responsable, ya que el dinero es una ficción extraordinariamente
útil, y sutil, una de las más maravillosas mentiras que el hombre ha creado, en
base a la confianza colectiva y mutua.
Otra vez: ¡cuidado presidente!, sólo la responsabilidad
genera confianza. No incite a los ahorradores a destruir, como usted lo hace,
diariamente, al dividir a los mexicanos.