LOGOS
2020;
¡te recordaremos al votar!
AMLO,
EL ROSTRO DE ESTE AÑO
Todos los mexicanos recordaremos al año
2020, y no para bien.
La cara que personaliza a esta anualidad
es el rostro del presidente Andrés Manuel López Obrador.
No confío en AMLO; pero creo en la
mayoría de los mexicanos.
Tengo esperanzas en el año nuevo llamado
2021, ese bebé temporal que advendrá dentro de pocas horas, y dentro del cual
nos desarrollaremos, todos, en sus 365 días más un cuarto de día.
Ser y tiempo es uno de los libros de
filósofo alemán Martín Heidegger (1889-1976); y, somos, como partes del “dasein” (concepto
alemán clave en su obra), una materia que piensa, percibe y usa, el tiempo, como
la característica más importante del ser-ahí, ser aquí y ser por doquier.
Todos nacimos en un tiempo, un lugar y
un núcleo humano, que no escogimos, ya que nos fue impuesto. En ese “dasein”
trascurre nuestra existencia.
Y en esa vida transita, a su vez,
nuestra capacidad para transformar y transformarnos, para descubrirnos e
inventarnos, para cada minuto de cada hora y cada día de cada año ser mejores.
Así, estamos aquí, y seguimos ahora, en
México 2020; con 130 millones de compatriotas que deberíamos ser, conforme a
las normas vigentes, los mandantes, es decir, los que mandamos.
Pero eso, sólo es una teoría inoperante.
La realidad es otra.
Los que deberían obedecernos: los
mandatarios, no nos toman en cuenta y, ellos han decidido obedecer ciegamente a
un solo hombre: al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien
autoritariamente les ordena.
Expresa el autócrata AMLO, que no les
pide que le obedezcan a él, sino al proyecto de la 4T; empero, ese proyecto no
puede ir en contra de nuestra constitución.
Y ese proyecto de la 4T es AMLO. Un
documento donde ha expresado el autócrata sus deseos, viscerales y con retórica
demagógica, sin planeación ni programación ni presupuestación responsable y
ordenada.
Proyecto hecho a ocurrencias, a puntadas
ni siquiera originales, con fraseología pachanguera.
Lo que atrajo de ese proyecto es la
promesa (mentirosa) de que de inmediato resolvería todas las urgentes
necesidades de México.
Daré dos ejemplos, de los muchos que
existen.
“Acabar con la corrupción”, es algo que
todos deseamos, ya que la corrupción es un problema real y grave, que existe,
que nos daña a todos.
Pero sólo a un irresponsable candidato,
ahora presidente López Obrador, se le ocurrió prometer que acabaría con la
corrupción, de inmediato, llegando él a la presidencia.
Y, a más de 2 años de gobierno, obvio
que no se ha acabado la corrupción, únicamente cambiamos de corruptos, y los
nuevos putrefactos han mejorado sus tácticas deshonestas.
Ante ello, Andrés Manuel con toda su demagogia,
ahora cínica y descaradamente, afirma: “No somos los mismos, hoy ya no hay
corrupción, por eso me atacan”.
Y la corrupción sigue a la vista de
todos.
La mayoría de los mexicanos, repito,
seguimos estando en contra de la corrupción y en contra de los corruptos,
incluyendo a AMLO, a su familia y colaboradores.
Y no somos conservadores ni neoliberales
ni enemigos de Andrés Manuel López Obrador, somos, sí, los que estamos
dispuestos a acabar con esa lacra, pero en serio, y no sólo de lengua para
fuera, como lo hace AMLO.
“Es necesario elevar los salarios a los
trabajadores” es también algo que todos necesitamos. La mayoría de los
mexicanos exigimos que el salario sea remunerador, que alcance para que la
familia de un obrero satisfaga sus necesidades fundamentales.
Pero eso no es lo que hace AMLO. Él hace
demagogia. Quiere elevar el salario en 15% más, pero los precios de inmediato
suben 20% más.
Así, el autoritarismo demagógico de AMLO
va contra la clase trabajadora. Da más, para quitarles mucho más.
Todo en él es mentira, Nuestro voto lo
castigará.
No a la corrupción de AMLO. No a la
política asesina de salud de AMLO. No a la política de seguridad pública
ineficaz de AMLO. No a la política económica ineficiente de AMLO. No a la
política educativa torpe de AMLO,
Sí a una política de honestidad; sí a
una política eficaz de salud pública; sí a una política de seguridad pública
que pacifique a México; sí a una política económica de empleo pleno, de
calificada producción, y de mejor distribución de la riqueza; sí a una política
de educación de calidad para todos.
Sabemos lo que sí queremos; y
distinguimos lo que no deseamos.