Hace diez años esos servidores
públicos eran aproximadamente 23 mil, y su trabajo era aceptable.
Pero ahora son, después de la decena
trágica perredista, 62 mil burócratas. Lo que significa que durante las
administraciones de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel ha crecido 300%
el número de empleados gubernativos.
Sin embargo, no ha aumentado la
calidad del servicio 300%; sino a la inversa, ha decrecido considerablemente su
eficiencia y buena atención.
Y este mal no se debe a
los trabajadores, sino al bajísimo perfil que sus jefes tienen, justo, como lo
quiso el gobernador Godoy.
Ante el paquete fiscal para el año 2012, el Poder Legislativo
se ha sorprendido, y no de manera grata, de la tremenda deformación a la que
han llevado a la burocracia estatal las dos administraciones perredistas
citadas.
Da la impresión de que todo lo que
tocaron lo echaron a perder; a la inversa del Rey Midas que todo lo que tocaba
se convertía en oro. Esto sólo lo expreso como una metáfora ilustrativa, ya que
el servicio público no tiene nada de magia ni de fantasía. Basta con ser
honrado, trabajador, y con capacidad de servir bien a los demás.
Claro que se requiere, también, no
actuar con demagogia, utilizando en gasto corriente el dinero de los
contribuyentes, y pagando miles de millones de pesos en sueldos a una tropa de
compañeros del PRD, con el único fin de que sigan votando en todas las
elecciones por ese partido político.
Lo anterior configura un delito. Es
la compra vil del sufragio; es un atentado a los principios democráticos; es
corromper a los seres humanos, los que merecen respeto por el simple hecho de
serlo.
Algo tan sucio como lo anterior resulta
cuando, además, a esos trabajadores se les retiene, o se les roba, parte de su
sueldo como cuota para el PRD.
Repudiemos las deformaciones que en
10 años le han hecho al servicio público, el cual debe ser rescatado por todos,
en beneficio de la población entera.
Qué reconfortable resulta saber, por
diversos medios de comunicación masiva, que la mayoría de los diputados de la
LXXI Legislatura ha decidido poner remedio a ese problema.
Jaime Rodríguez López, coordinador
de la Fracción Parlamentaria del PRI, ha señalado que se requiere una
reingeniería para adecuar a la burocracia a las necesidades actuales,
adelgazando a la administración para que sea ágil, eficaz, y costeable, con
sujeción y respeto al derecho laboral.
Y al parecer coinciden, en eso, la
mayoría de los diputados locales. Ojalá que sin miedo, pero con responsabilidad
e inteligencia, efectúen la cirugía mayor que urge. No será la primera vez que
el Legislativo corrige los graves equívocos del Ejecutivo.