LOGOS
Pelear
contra el pasado
SIN
DISEÑAR EL FUTURO
Repudiar al pasado, por pésimo
que nos parezca, es despreciarnos a nosotros mismos.
Nuestro pasado (no sólo el
individual, sino el pasado entero de una tradición comunitaria) constituye la
herencia biológica, cultural e histórica, que recibimos; y, de cierto,
iniciamos nuestra existencia con ese legado irrenunciable.
Con el paso del tiempo, y en
ejercicio de nuestra libertad condicionada a la circunstancia en que vivimos,
podemos cambiar, con actos de nuestro pegadizo presente, rumbo a un llamado
futuro que no deja de ser un presente en movimiento.
Dentro de la atmósfera de esos
conceptos, trataré problemas que nos conciernen a todos los seres humanos, en
estos tiempos de una mundialización avergonzada.
En la Franja de Gaza no ha
parado el genocidio, y sigue el genocida Benjamín Netanyahu aterrorizando al
mundo en sus cerca de veinte años (discontinuos) de mandato en Israel, pueblo
digno de admiración por muchas razones.
En el fondo de este conflicto
se encuentran los palestinos, la etnia más antigua en ese territorio; más
antigua que la de los hebreos.
147 naciones, de 193 que
existen en el mundo, reconocen como Estado a Palestina.
Y 5 naciones más (Francia,
Gran Bretaña, Canadá, Andorra y Malta), en el mes de septiembre próximo,
establecerán relaciones diplomáticas con Palestina.
Si el pueblo de Israel votara
en este momento, respecto a dos asuntos que le son vitales, con amplio y claro
margen decidiría: Uno, reconocer al Estado Palestino; y, dos, desconocer a
Benjamín Netanyahu como primer ministro de Israel y sujetarlo a proceso por
genocida y terrorista.
Pero quien se ha venido
oponiendo al reconocimiento del Estado Palestino en este lapso, con mayor
ímpetu, es el gobierno de los Estados Unidos, a través de Donald Trump.
Sin embargo, la población
estadunidense, reiterando su apoyo a Israel, dispondría establecer vínculos
diplomáticos con Palestina; obligando a su gobierno a no vetar el ingreso de
los palestinos a la ONU, error histórico que ha cometido en varias ocasiones el
gobierno de EU.
Si la población de Israel, y
la población de los EU, tratan de superar un pasado, y diseñar un mejor futuro,
en relación con ese Estado Palestino, ¿por qué sus gobiernos respectivos se
oponen a ello?; será que no asimilan bien su propio pasado, será que no valoran
bien su propio presente, o será su temor para diseñar su propio futuro.
O… ¿podría ser la incapacidad
o la malevolencia de algunos gobernantes de países del mundo?
Entonces, habría que luchar en
contra de esos gobernantes, para separarlos del poder público y, en su caso,
sujetarlos a severo juicio de carácter penal, sin ningún margen de impunidad.
En México, contando con un
valiosísimo pasado, padecemos a un gobierno que ejerce el poder en base a
descalificar mucho de lo meritorio de nuestro pretérito.
La presidente formal no puede
pelear en contra del sexenio próximo anterior, pues a él se debe, a pesar de
toda su corrupción, a pesar de su torrente de mentiras, y a pesar de sus
traiciones al pueblo.
El autócrata López sustituyó
al pueblo; actuó y actúa conforme a su dicho: El pueblo soy yo; empero, generó
y genera más pobreza y más pobres, al comprar su voto, con dinero del erario
federal, pidiendo prestamos billonarios, que tenemos que pagarlos más temprano
que tarde; y en lugar de dar empleo productivo, da limosnas del bienestar en
formas de pensiones exclusivas para el consumo, a efecto de que sigan siendo
pobres. Todo esto, rumbo al quiebre de nuestras finanzas.
Así, la presidente formal
prometió que su gobierno no haría más que un segundo piso sobre lo realizado
por su antecesor y amo, consciente de que para ella es un honor ser la simple
corcholata de López Obrador.
Y esa presidente formal no
entiende el valor de todo lo pasado ni ha sabido diseñar el futuro que nos
corresponde a todos los mexicanos.
Al repudiar a ese pasado,
escogido según el gusto de su amo López, sigue despreciando a muchas partes
valiosas de nuestro proceso histórico; y, así, ella misma se deprecia.
No ha entendido que nuestro
legado histórico es irrenunciable, y por eso no valora el necesario rediseño
que exige nuestro futuro.
Parece no tener remedio su
avergonzado ejercicio presidencial de tipo solamente formal.
Debe saber esa presidente
formal que la mayoría de los mexicanos hemos sido, somos y seguiremos siendo
dignos; los indignos han sido algunos de nuestros presidentes, sobre todo los
acuatados López-Sheinbaum, quienes en la realidad se han doblado frente a
Trump.
Requerimos luchar en contra de
esos gobernantes del primer piso, y del segundo piso, el real y la formal,
separándolos del poder público y, en su caso, sujetarlos a severo juicio de
carácter penal, sin ningún margen de impunidad.
Todo por México, y todo por
los mexicanos.