LOGOS
Dueño del espejo
EL ROSTRO DE LA INFAMIA
Talentoso y ameno, Juan Villoro en su libro “El
disparo de argón” nos narra lo siguiente: “Un invierno lejano, cuando aún se
podían ver los volcanes desde la Ciudad Universitaria, el doctor Antonio Suárez
interrumpió su lección de oftalmología para contar una historia que no logré
olvidar. Un hombre recorre el desierto y al cabo de días infinitos encuentra un
objeto brillante en la arena. Es un espejo. Lo recoge y, al verse reflejado,
dice: ‘Perdone, no sabía que tenía dueño’.”
Aquel hombre quedó afectado para no poder distinguirse
en un espejo y ni siquiera reconocer ese objeto reflejante, por pasar
prolongado tiempo en la soledad de ese espacio agresivo.
Y el poder es un lugar, más devastador que el
desierto.
Quien concentra demasiado poder adviene a no
reconocerse, por la pesadumbre aislada de su mando prolongado.
Hay un López por allí que en su ilegal ejercicio
soberano puede encontrarse con ese espejo, y decirle al tipo que se refleja en
esa lámina de cristal bruñido: “Perdone, no sabía que tenía dueño”; así, en
masculino, pensando que el reflejado lleva por nombre Donald Trump.
Ambos, ese López y ese Trump se parecen en muchas
cosas.
A los dos les encanta comprar a sus lacayos votantes
con dinero de erario; se deleitan destruyendo a las instituciones que
permitieron su acceso al poder; y, están seguros que no sólo deben demolerlas,
sino también necesitan mancillarlas y envilecerlas, hasta saciar, en
retroalimentación, a sus masas ilusas.
Algo más, el presidente Trump y nuestro ex presidente
López se han apropiado del monopolio del sentido común, teniendo sus propios
datos, material eficiente para falsear la realidad a su antojo y provecho.
Desde su propio espejo, el presidente Trump (rápido y
furioso) les echó la culpa a sus antecesores, a los presidentes Joe Biden y
Barack Obama, del lamentable choque aéreo entre un helicóptero del ejército
estadunidense con un avión de pasajeros de American Airlines sobre el Río
Potomac, en Washington, Distrito de Columbia, en donde murieron 67 seres
humanos.
La breve, expedita y textual sentencia de Trump sobre
ese accidente fue: “La culpa de esta dramática colisión aérea la tienen las
administraciones anteriores de Biden y Obama, por las formas incluyentes que
contrataban a los profesionales de la aviación”.
Y ante la pregunta filosa de una periodista, si no
estaba prejuzgando infundadamente en el caso, el presidente Trump agregó
contundente: “Lo que afirmo es de sentido común, que es algo de lo que usted
carece…”
Nuestro ex presidente López, desde su recordado espejo
(y aún en vigencia encubierta) prejuzgaba desde su tribuna madrugadora con “yo
tengo otros datos”, sin dar lugar a recurso alguno.
Así, monopolizaba el sentido común, dictando
ejecutorias sin tener facultades legales para ello.
¿Quién aprendería de quién?, ¿López de Trump, o Trump
de López?
¿Quién es el dueño del espejo?, ¿de quién es el rostro
de esa infamia?
Mientras, la presidente Sheinbaum sólo desatina al
repetir varias veces, elogiosamente, el nombre de su antecesor, ese López que,
escondido, sigue siendo el santo de su devoción.
Agregando la señora presidente: “Yo estoy con la
cabeza fría.” ¿Se resolverán nuestros actuales problemas con un cráneo
congelado? “Serenidad y paciencia Sorín.” ¿La radiofónica frase de Kalimán
solucionará nuestros conflictos? “Nuestro gobierno no es de narco terroristas”.
¿Y por qué el gobierno morenista cuida y protege tanto a los cárteles? “La
economía de México es muy poderosa, ¿saben por qué?, por el modelo de primero
los pobres.” Nuestra economía está abatida, próxima a la recesión; y producir
pobres con fines electorales es un crimen de lesa humanidad. “No me falta
valentía”. Esta característica aislada, ante nuestros peligros, adolece de
sentido. “No estoy sola”. Esto parece ser cierto, detrás de ella está su amo
López.
Y agregó Sheinbaum: “El pueblo de México es el mejor
pueblo del mundo: trabajador, solidario, fraterno.” Esto es verdad; y por eso,
y por más de eso, México merece una presidente responsable y no mentirosa, de
talento y no marioneta, estadista y no insensata.
Empero, Trump sigue llevando la batuta en todo. Ordenó
que, con México y Canadá, se suspenda hasta el 3 de marzo próximo la aplicación
de aranceles; a cambio, Canadá se obligó a cuidar que no pase fentanilo ni
droga alguna a EU a través de su frontera, y a que el gobierno canadiense
oficialice que los cárteles mexicanos son terroristas. México se obligó a
situar permanentemente 10 mil soldados y marinos en la frontera con EU, para no
permitir la llegada de ilegales ni de drogas a territorio gringo; y a recibir a
los expulsados que el gobierno de Trump envíe a nuestro país.
Trump pone a prueba por un mes al gobierno de México,
pero la guerra de los aranceles, disoluta, contagiará al mundo. La infamia
sigue, y los espejos también.