LOGOS
Trump;
expansionismo imperial
CLAUDIA;
DEVOTÍSIMA DE SU AMO
Lo que es un sueño para el imperio, es
una pesadilla para las colonias.
Trump, el presidente electo de EU, con
un gran poder en el congreso de su país, en la suprema corte americana, a
través de las 50 gubernaturas de esa unión federal, y a menos de una semana
para ejercer sus amplias atribuciones y cumplir sus sueños de grandeza, exhibe
con su escandaloso estilo personal un voraz proyecto expansionista.
Las pesadillas están a cargo de las
naciones soberanas agredidas por esa ansia anhelosa de apropiación de
territorios, recursos y riquezas, totalmente ajenas a ese eje imperial de la
Casa Blanca en Washington.
Con
precisión y claridad, pero con aviesa rapacería, Trump cita por su nombre a los
victimados países.
En ese ensueño americano, Canadá sería
su estado 51; México su estado 52 (de ahí que nuestros cárteles serían problema
directo de los gringos, y el Golfo de México se convertiría en el Golfo de
América); el Canal de Panamá se retomaría como propiedad de EU; Groenlandia
dejaría de ser territorio del Reino de Dinamarca, y el Rey Federico X perdería
2 millones 175 mil 600 kilómetros cuadrados, la isla más grande del mundo, un
territorio más grande que el del actual México, ya que nosotros contamos con 1
millón 964 mil 375 kilómetros cuadrados, y, de esta manera Dinamarca quedaría
con un territorio de 42 mil 951 kilómetros cuadrados, es decir, poco menos que
Michoacán, que tiene 60 mil kilómetros cuadrados.
De cumplirse esta fantasía, las zonas de
influencia y de responsabilidad crecerían para EU.
Por ejemplo, todo Centroamérica y gran
parte del Caribe quedarían cooptados. Lo mismo ocurriría con Islandia y todo el
Mar del Norte.
Empero, EU encontrará resistencias tanto
en las naciones palomeadas, como en los países poderosos de Europa y Asia que
vislumbran un peligro en el crecimiento estadunidense.
Además,
las fuerzas actuales de EU no podrían cumplir con las responsabilidades y
expectativas de los anexados a la fuerza; quedaría gravemente indigestado el
gobierno yanqui, y sin poder cumplir sus necesidades de seguridad tan
cacareadas como fingidas.
Con
esas limitaciones o imposibilidades, el gobierno de Trump descargará sus
ínfulas en lo más cercano y endeble: en México, pues siempre el hilo se
revienta por lo más delgado.
Y
ante esa realidad (que ojalá y no sea cierta) habrá una agresión severa a nuestro
país, dañosa para todos, o al menos para la mayoría de los mexicanos.
No
sólo por la acometida política belicosa de Trump, sino por las características
personalísimas de nuestra presidente Sheinbaum.
Porque
lo más destacado de ella es el ser devotísima de su amo, quien padece de lo
indecible. Ella sigue sólo el guion que le dictan. Ante cerca de 30 mil
acarreados en el zócalo de la CDMX habló Claudia so pretexto de sus 100 días en
su ejercicio postizo, contrastando su discurso del bienestar, con la realidad
del malestar. La verdad a la vista es de más mentiras y más fracasos, más
pobreza y más inseguridad pública, más narco gobierno y menos soberanía, menos
instituciones y más autocracia, más tómbolas, más corrupción e ineptitudes, y
menos justicia. El rumbo de Sheinbaum no es de potencia científica, sino de
impotencia y de suma ignorancia. La totalmente subordinada, presume de que no
se subordinará. En su mitin de los 100 días, la policía dijo haber detenido a cerca
de mil carteristas.
Cuando
el presidente Donald Trump asegura que “México es un lugar muy peligroso, y que
está dirigido por los cárteles de las drogas”, no está juzgando los tres meses
de Claudia, sino los más de seis años de efectivo poder un tal López.
A
Sheinbaum le dieron línea para que se le opusiera a Trump fingiendo ser maciza
y punzante, pues se sabe que Donald respeta esas características en sus
interlocutores, pero Trump distingue entre la corcholata disfrazada de
presidente, y el dueño de las corcholatas.
Al
presidente estadunidense le disgustó el arrumaco guasón de Claudia: “Le
informaron mal al presidente Trump, respecto de que a México lo dirigen los
cárteles de las drogas, pues y no están en el poder Felipe Calderón y Genaro
García Luna”.
Un
presidente de EU que no supiera quién está en el poder en México, sería un
idiota o un estúpido, o alguna falla cerebral tendría.
Pero,
en este caso, las fallas las ha tenido la presidente Sheinbaum, y México pagará
esos errores.
Así,
nos ultrajarán a los mexicanos, desde fuera el gobierno de Trump, y desde
dentro el gobierno federal autoritario.
¿No
habrá en el gabinete de Sheinbaum una persona cercana a ella, con sentido
común?
