LOGOS
Agitan
al hormiguero
EMBRUTECIDOS
POR EL ODIO
Carece de madurez el presidente de
México y, por desgracia, no es sensato.
Esas deficiencias afectan a sus mejores
propósitos, y apremian a que todo se le derrumbe, en su derredor y en su contra.
El arquitecto Salvador García Espinosa
recordó a detalle, en su columna Urbanópolis, el trágico desplome del colegio
ubicado en Tlalpan, en donde en 2017 la delegada Claudia Sheinbaum, hoy jefa
del gobierno de la Ciudad de México, fue protagonista.
En ese entonces no se localizaba a la
directora del plantel en derrumbe, y Sheinbaum ofreció cinco millones de pesos
a quien diera información del paradero de esa directora responsable.
Semanas después se le detuvo. No era
ella la única culpable de la mala construcción del edificio. En gran parte,
había responsabilidad del gobierno de la CDMX, por incumplir su deber de
aplicar, en construcciones privadas, la reglamentación legal correspondiente.
Hoy el caso del metro, en la línea 12, es
obra pública edificada por el gobierno y bajo su encargo el mantenimiento, la culpa
es totalmente de los funcionarios a cargo de lo construido, y de los
funcionarios con atribuciones para su mantenimiento.
Los supuestos irresponsables, a la
vista, son Marcelo Ebrard, Mario Delgado, Florencia Serranía y Claudia Sheinbaum,
y los cuatro, demasiado cercanos al presidente.
Para buscar a los culpables de esa
dolorosa tragedia en el metro, ya ninguna autoridad ofrece cinco millones de
pesos a quién dé informes de su localización.
La ciudadanía los tiene bien ubicados,
por más que el presidente instrumente un pronto olvido.
26 homicidios, 80 lesionados y 1
desaparecido; los mismos funcionarios hitos al presidente; y, las mismas
compañías constructoras del tren maya y refinería de Dos Bocas.
El embudo presidencial es burdo y
palurdo.
Toda la culpa para los enemigos del
presidente; y el perdón y la disculpa para sus parientes, cuates y
colaboradores.
Ni para eso es discreto y mesurado. El
escándalo y lo grotesco es lo suyo.
Mortifica a los mexicanos observar que
el ejecutivo federal, desde su atril
presidencial (de cada mañana), juzgue y condene sumarísimamente al empresario
Claudio X. González como “traidor a la patria”, sin darle derecho a audiencia,
y careciendo de facultades judiciales para condenarlo.
Invito al presidente, y a todos, a leer
el artículo 123 del Código Penal Federal, su primer párrafo y sus XV fracciones,
en donde se tipifica la “Traición a la patria”, para que nos demos cuenta del
ridículo que hace Andrés Manuel López Obrador al aplicar este precepto, con
independencia de que estemos o no de acuerdo con ese señor X, tan absurdamente
enjuiciado.
El odio embrutece; y aunque el
presidente asegure que él no odia, todo en su rostro, en sus manos, en sus ojos,
en sus palabras y acciones, trasuda rencor, y agita al hormiguero.
¿Que por qué no fue el presidente de
México al lugar del desastre de la línea 12 del metro?
A eso contestó: “Al carajo el estilo
demagógico”.
¡Por fin!, qué bueno que el presidente
se cansó de traer esa careta de demagogo.