LOGOS
Bibliburros en el poder
LOS NIÑOS NACEN PARA SER FELICES
Confrontas absurdas dividen a los mexicanos; y éstas, las
ha creado el poder unipersonal del presidente.
Es el caso de los libros de texto gratuito pagados con
nuestros impuestos.
Respecto a ellos el gobierno federal ha actuado como el
dueño de la verdad absoluta y, con esa posición dogmática, provocó la respuesta
imperiosa de no pocos opositores.
Al ejecutivo federal (tan dado a que el pueblo decida) se
le olvidó consultar a los trabajadores de la educación, a los padres de
familia, y a la sociedad que espera y desea la formación de calidad y la
información indispensable de los educandos.
A un presidente al que no le ha interesado la educación y
la cultura de los mexicanos, se le ocurrió juntar a un grupito de sus
incondicionales para que se le glorifique como héroe, en los textos que
perfilan la mal llamada “Nueva Escuela Mexicana”.
Adjunta a esa egolatría, los ejemplares resultaron
manchados por errores múltiples de todos los tamaños, desde la fecha de
nacimiento de Benito Juárez hasta el Himno Nacional Mexicano, mal escrito en su
partitura, pasando por la supresión directa de las matemáticas. Además, plagian
obras de divulgación del INAH, sin ningún permiso.
Ante las sentidas protestas, el obradorato dispuso un
apéndice vespertino de sus prédicas matutinas, exclusivamente para tratar de
convencer de las bondades de los compendios en cita.
Esas tardeadas están a cargo de Marx Arriaga, quien tiene
responsabilidad en esos nuevos volúmenes, y de Leticia Ramírez Amaya,
secretaria de la SEP; ambos, como voceros oficialistas, han dicho, por
separado, lo que en seguida entrecomillaré.
“¡Lo logramos!”. “Los libros de texto fueron hechos con
el corazón”. “No son errores lo que tienen estos textos, son áreas de
oportunidad”. “No suprimimos las matemáticas; las distribuimos entre otros
temas para ampliarlas”.
“Las inexactitudes que tienen los textos se deben a los
ilustradores, editores, correctores y escritores, de esos libros, pero todo eso
se resuelve con una simple fe de erratas”.
¿Lo lograron? No precisa qué lograron. Los libros de
texto no se hacen con el corazón, sino con inteligencia responsable. En
educación los errores no son áreas de oportunidad, sino son equívocos que dañan
para siempre. Enseñar las matemáticas como una enorme charca difusa, es enseñar
la ignorancia de esos “matemáticos pedagogos”.
Por otra parte, reconocidas las inexactitudes que tienen
esos textos y aceptadas las responsabilidades de todos los participantes, no se
puede aceptar que la solución sea anexarles una simple fe de erratas.
En este caso
desconfiemos de las prisas.
La emergencia es detener la aprobación precipitada de
estos textos. ¡Que nadie los destruya!
Comencemos las clases con los libros anteriores.
Tomémosle la palabra al presidente, en su reciente decir: “Que el pueblo decida
sobre los libros”.
Pero si él no cumpliese con su propia propuesta, los
padres de familia y los maestros deben ejercer su responsabilidad educativa.
Por doquier se dice que el hijo menor del presidente y la
señora Gutiérrez estudia en el Reino Unido de la Gran Bretaña. Es necesario,
por ende, que públicamente digan si es cierto o no. De ser cierto, mostraría,
el presidente, clara desconfianza en su propia política educativa.
Lo público no puede ser privado, ni menos por las
circunstancias tan graves que vive la educación en México.
Los nuevos libros de texto escolar, a los que nos hemos
referido, contravienen los valores que originalmente tuvieron, dentro del Plan
de Once Años, los libros de texto gratuitos y obligatorios, en donde quedó la
huella del talento de Jaime Torres Bodet (1902-1974), venciendo con respeto,
jurídica y académicamente, a todos los opositores de antaño, y fundando así, a
la original “Nueva Escuela Mexicana”.
En honor a todos los escolines, los libros de texto deben
someterse a estudios rigurosos, como el cubano José Martí (1853-1895) lo exigía
en ‘La edad de oro’: “los niños nacen para ser felices”.