lunes, 15 de enero de 2018

LOGOS
Pasión y Espejo
JAULA DE LOS LOCOS
            Hay de locuras a locuras, y de locos a locos. La historia, pero más las historietas del hombre, están pletóricas de muestras locas y locuaces.
            Cada tiempo genera sus propios locos y locuras.
            Recién me impresionó el rostro televisado del gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, en paroxismo de locura, llamar “loco” a Andrés Manuel López Obrador.
            En ese arrebato, con furor endemoniado le endilgó, además: “vividor de la política”, “corrupto”, y otras expresiones de similar calibre.
            Así argüía Yunes frente a los ataques que, AMLO, le ha dirigido; pero también parecía describirse a sí mismo, según la imagen pública que ha proyectado hacia la sociedad.
            Miguel Ángel y Andrés Manuel son diferentes en muchas cosas, pero los dos gustan de la confronta, siendo más pendenciero e impulsivo Yunes, y más sensato y correcto López Obrador al decir: “no caeré en provocaciones”, aunque él mismo provoque, y guste de ello.
            Ambos, con sus mutuas bravatas y sus estilos distintos, pueden provocar violencia, esa fuerza iracunda que descompone el orden normativo; justo, lo que la política pretende sustituir o, al menos, amainar, por ser conducta negativa que afecta a la vida humana.
            Yunes, antes priista, milita ahora en las falanges de esa alianza que encabeza Ricardo Anaya y el PAN, en este orden.
            Ese enriquecido joven queretano que oscila entre lo modosito y lo apasionado, con una ambición de poder vengativa, y en extremo peligrosa.
            En esa alianza se encuentran los escombros del PRD; quienes, para no perder el gobierno de la Ciudad de México, aplican el terror a su manera, ahora escondidos detrás del biombo llamado "pacto de civilidad", firmado por la mayoría de los partidos políticos en contienda.
            De esa manera, los actuales locos con sus locuras electoreras, metidos en la política para ganar los 4 billones de pesos a que tiene acceso la presidencia de México, muestran toda su audacia, exenta de talento y ética, pero saturada de ineptitud y codicia.
            Ahí, en esa contienda presidencial, el único que parece carecer de audacia es José Antonio Meade, dado que los poseedores de esa temeridad son quienes lo impusieron en esa aventura; pero, Meade, bien puede dar una gran sorpresa, a su tiempo.
            Gritarse locos los unos a los otros no sólo es una usanza nacional. El presidente Trump ha fraseado el término “loco” a Kim Jong-un; y éste líder coreano ha endosado a Trump el mismo calificativo, con mayor despecho.
            Y es que internacionalmente la política, y la vida, se encuentran severamente dañadas, por locos y por locuras, sin talento.
            Locura inteligente la de nuestro señor Don Quijote de la Mancha, quien en la pluma de Miguel de Cervantes (1547-1616) sigue iluminando al ser humano; y el Elogio a la locura de Erasmo de Rotterdam (1466-1536) sigue siendo la puntillosa crítica a la sociedad de su tiempo.
            Cada loco tiene su espejo, y su pasión, ¡y vale!, siempre y cuando no dañe a los otros.