LOGOS
Estupidez y maldad
MARCHAR PARA ATRÀS
Ningún presidente de
México ha sido perfecto, pero hay algunos que han sido mejores que otros.
Las apreciaciones de
los mandatos presidenciales logran más asertivas valuaciones con tiempos y
distancias que permitan descargar, al sujeto valuador, el gran peso de los
intereses personales.
Ernesto Zedillo Ponce
de León fue un presidente que tuvo que tomar decisiones ante gravísimos
problemas y frente a circunstancias de complejidad severa, ya que llegó como un
candidato emergente a la presidencia de nuestro país, después del lamentable
asesinato de Luis Donaldo Colosio, inteligente y sensible político de gratísima
memoria.
El sexenio de Zedillo
(1994-2000) se encuentra a la distancia de 31 años; mientras que el sexenio de
Andrés Manuel López Obrador ilegalmente sigue en vigencia, y se ha prolongado
con la “corcholata” Claudia Sheinbaum por seis años más.
La perversidad que
tienen Sheinbaum y López, no se le observa a Zedillo. La corrupción de López y
Sheinbaum rebasa, con creces, algún supuesto desliz de Zedillo. Las mentiras y
la hipocresía de Andrés Manuel y Claudia amenazan con todo su poder hasta al ex
presidente Zedillo.
Todo el poderío
policiaco-militar, económico y político, de Sheinbaum-López, está marchando
hacia atrás, en busca de Zedillo.
Con todo su imperio,
esa pareja va rumbo a 1994, en lugar de marchar hacia adelante.
Es la gran paradoja de
nuestro tiempo.
Lo que me hace recordar
los conceptos que nos heredó el periodista y poeta Renato Leduc (1897-1986), a
quien conocí y traté en el periódico EXCELSIOR, época en la que ya no tomaba ni
una cerveza en la cantina ‘La Jalisciense’ ni lanzaba tantas palabrotas al
viento: “Sabia virtud de conocer el tiempo; a tiempo amar y desatarse a tiempo…
cuánto tiempo perdí –ay- cuánto tiempo… amor de aquellos tiempos, cómo añoro la
dicha inicua de perder el tiempo.”
Pierde malignamente su
tiempo la dupla que es dueña del poder en México, y su pérdida es política y
económica.
Ese dúo está gastando
inicuamente el tiempo y los recursos de los mexicanos en sus estupideces y
maldades.
El mejor consejo para
Sheinbaum y López es: ¡Vean y actúen hacia adelante!, porque comienzan a
convertirse en estatuas de sal, como Edith, la esposa de Lot, personajes en el
libro del Génesis de la Biblia.
Hacia adelante; qué
hacer ante la descobijada que les acaba de dar el secretario del Tesoro de EU,
Scott Bessent, descubriendo una red de tráfico de fentanilo con 19 mil miembros
con sus datos personales, y cómo han robado combustible, guachicoleando
producto de miles de millones de dólares, bajo la protección del gobierno
mexicano.
Recuérdese que tanto
López Obrador como Sheinbaum afirmaban que en México no se producía el
fentanilo, y que ya se había terminado con el guachicol.
¡Caen rápido los
mentirosos!
Doblados, como
eficientes lacayos ante el presidente EU, Donald Trump, Sheinbaum y López,
ahora, han encontrado muchos laboratorios de fentanilo y fugas de guachicol;
sin embargo, como no aceptan que se les supervise, son capaces de simular,
retornando lo decomisado a los mercados, para obtener millonadas de dólares, y
con ello seguir comprando a sus acarreados y a sus votantes.
¡Corrupción del
bienestar!
Y con el gobierno de Trump sigue la misma simulación. De boca para fuera
el estribillo: “Nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de EU en
nuestro territorio… Cooperación sí, sometimiento no… Somos soberanos”; pero
permiten vuelos de aviones y de drones estadunidenses por espacio mexicano,
navegación de barcos y submarinos de guerra gringos por mares y puertos
mexicanos; y está permanentemente en nuestro territorio nacional un batallón de
soldados y marinos estadunidenses.
¿Por qué mienten?
A este gobierno antidemocrático, autócrata y centralizador, ya le gusto
marchar para atrás, y así exhibe su debilidad; las masas pagadas no los hace
fuertes, los hace estúpidos; y su plan dictatorial no les da inteligencia, sino
sólo descubre su maldad.
Su marcha para atrás los está convirtiendo (a Sheinbaum-López y a sus
comparsas de dictadura concentradora) en neoliberales vergonzantes y
desconchinflados, y en opulentos nepotistas de corruptelas extravagantes.