Viejo 2024; Nuevo
2025
EL CARRETERO DE
LA MUERTE
Hace ya muchos años visité la población
de Márbacka, en la zona meridional de Suecia. El único motivo para ir ahí fue
que en esa localidad nació y murió una extraordinaria mujer.
Esa dama fue la primera mujer que
recibió, en 1909, el Premio Nobel de Literatura; y se llamó Selma Ottilia
Lovisa Lagerlöf (1858-1940).
Cuando cursé la secundaria en la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo leí ‘El maravilloso viaje de
Nils Holgersson’, escrito por Selma Lagerlöf; y me fue tan atractiva esa obra
que seguí leyendo todos los libros, traducidos al español, de esta autora
escandinava.
Su infancia fue de estrechez económica y
física. Desde su nacimiento tuvo una afectación en su cadera, y la prolongada
enfermedad de su padre la sorprendió a muy temprana edad.
Los
escasos libros de su casa, y de su escuela, le llamaron la atención; así
comenzó su vida de lectora, actividad que nunca dejó, conduciéndola a soñar que,
algún día, ella escribiría libros.
Lo más cercano a sus propósitos era ser
maestra, pero sólo en Estocolmo había escuelas para docencia; y allá se fue,
con muchas dificultades económicas, hasta obtener su título de profesora de
primaria.
Su trabajo en la enseñanza y su amor a
la lectura le auxiliaron a realizarse como escritora.
Ese primer libro que leí, de esa genial
creadora, tiene como principal personaje a un niño que por su egoísmo fue
castigado por un duende; éste achicó a aquél hasta un tamaño de 14 centímetros,
y le impuso volar en los lomos de un ganso blanco que estaba haciendo la
migración anual rumbo al norte de Suecia.
Así, el
pequeñísimo Nils vivió y padeció a toda la gansada, y se aventuró en ese enorme
espacio de la impresionante y hermosa Laponia.
Concluí,
gozoso, ¡el encanto de ese libro!
De
inmediato, sujeté a lectura otra obra de Selma Lagerlöf, ‘El carretero de la
muerte’; de un canto infantil a la vida, pasé a un doliente poema sobre la
muerte.
Selma
tomó de fondo para ese libro una impactante leyenda sueca. El alma de cada ser
humano que muere es recogida en una carreta, y en este armatoste se amontonan y
acarrean todas las almas de todos los muertos del año.
Y como
alguien tiene que ser el carretero que conduzca ese artefacto, el último humano
que muere en el año es el encargado de dirigir esta carreta jalada por un
caballo tétrico y fúnebre.
El pesar
del carretero de la muerte está entretejido magistralmente, por Lagerlöf, con
dos personajes: Sor Edit, inocente y caritativa monja del Ejército de
Salvación, y David Holm, el maloso borrachito del pueblo, quien, con su
significado arrepentimiento, generado por la ternura redentora de la monja, se
salva de tan aterradora carga.
Estas
vivencias y recuerdos los obsequio a los lectores, en este fin del año 2024, y para
este inicio de año 2025.
Lo que
nace y lo que muere constituye la existencia.
Los
límites del tiempo están difuminados; empero, nuestros sentimientos, en el
fondo, son precisos, y los míos los externo, deseando a todos, lo mejor de la
vida.