LOGOS
Tortuguismo
sarcástico de Amlo
MANIÁTICO
DE LO ELECTORAL
Si uno se fija bien, en cada maña…nera
se le nota al presidente Andrés Manuel López Obrador un pequeñísimo audífono en
cada uno de sus oídos.
Ese minúsculo aparato puede tener
diversos usos: escuchar mejor, superando problemas de sordera; oírse a sí mismo
con mayor precisión, para ajustar su ritmo al hablar; y/o, atender a un
apuntador que lo auxilia con datos y sugerencias para mejorar el lento y
contradictorio discurso repetitivo.
Desconozco la razón exacta de ese
artilugio, pero tiene relevancia el hecho.
Importante es el tortuguismo con el que
maneja su retórica López Obrador. Significativo es el sarcasmo con el que
conduce su lengua tarda.
Nada del presidente de México nos debe
ser ajeno, sea quien sea el titular del poder ejecutivo federal, más cuando se
ha exacerbado el presidencialismo con Amlo, cargándose de un torvo sino
electorero.
Hoy por hoy promueve el mismísimo
presidente su propia revocación de mandato, y sus ciegos lacayos le apoyan
totalmente en el irracional e ilegal empeño.
Aclaremos el contenido de la palabra
“revocar”, respecto al mandato constitucional que le otorgaron en 2018 los ciudadanos
de México a Andrés Manuel López Obrador, al elegirlo presidente de los Estados
Unidos Mexicanos.
Revocar el efecto constitucional de esa
elección, en vínculo a Amlo, es quitarlo de la presidencia.
Y por lógica jurídica elemental, los que
deben promover esa revocación son los ciudadanos que deseen que Andrés Manuel
deje de ser titular del poder ejecutivo federal.
Excesiva estupidez, sin atenuantes, es
el hecho que López Obrador, morena y sus partidos políticos adherentes, sean
quienes quieran echar de la presidencia a quien, con toda “modestia”, tomó como
su casita al Palacio Nacional.
Los que deben pedir ese proceso
revocatorio son sus opositores; rivales que, además, quieran sacarlo del elevado
cargo que ostenta hasta el momento.
Somos millones de mexicanos quienes
padecemos las ilegalidades, ineptitudes, deshonestidades y traiciones, del
presidente Amlo; iguales y/o diferentes a las que sufrimos con sus antecesores.
Pero sabemos que revocarle el mandato no es la solución.
Echarlo de su cargo traería
consecuencias más graves y funestas a las que ya estamos viviendo con sus
despropósitos y odios rencorosos.
Es probable que Andrés Manuel y sus
lambiscones estén confundiendo lo que es la “revocación”, con lo que es la “ratificación”;
es posible que ellos busquen, en su maniática deformación electorera, que se
ratifique su contundente triunfo del 2018, lo que significaría confirmar,
revalidar y fortalecer, su ejercicio sexenal.
Empero, nuestra carta magna no instituye
la “ratificación”, sino exclusivamente la “revocación”, la que sólo podría realizarse
cumpliendo con los artículos 41 fracción V, Apartado B, inciso c); Apartado C,
fracción VI, 73 fracciones XXIX-U y XXXI, 81, 84 último párrafo, 99 y 107
primer párrafo de la constitución federal, y sus leyes reglamentarias.
Además, si al realizar la “revocación”
se afectara a López Obrador, se le estaría violando el derecho humano que
garantiza el artículo 14 constitucional: “A ninguna ley se dará efecto
retroactivo en perjuicio de persona alguna”. Y nuestra constitución es nuestra
máxima ley. Norma fundamental que está por encima de todas las leyes, la que es
base a todo el sistema jurídico mexicano, cimentando sus propios principios.
La costosa y falsa pirámide que
representa quiméricamente al templo mayor, ubicada ahora provisionalmente
frente a Palacio Nacional, refleja la falsedad de la política del presidente
Amlo, y muchos mexicanos la visitan y disfrutan como parte de un espectáculo.
Esa mentira la motivó López Obrador;
igual determinó externar el gesticulador perdón que el presidente manifestó a
los pueblos originales por los excesos de la conquista española en 1521.
Pide un perdón adventicio y bobo, cuando
debería pedir perdón a todos los mexicanos por el exceso de ineptitud en la
aplicación de su política en seguridad pública, salud, economía y educación.
La política del obradorato ha matado más
seres humanos que los provocados en esa conquista de hace 500 años.
Esa tarambana e indebida revocación
costará, a un pueblo desempleado y hambriento, miles de millones de pesos.
México merece que ese dinero se invierta
en crear empleos productivos, o en salud pública.
No provoque al destino, presidente, esa
tonta revocación está deschavetada.