LOGOS
Los castigos de Dios
RÍNDANSE, LOS
TENEMOS RODEADOS
Desde mi infancia he oído repetidamente
un chiste. El gobernador de Michoacán, un general que poco asistía al Estado,
le propuso a su poderoso secretario: "Emilio, y si metemos a todos los
corruptos a prisión". Contestando de inmediato el requerido: "Sí mi
general, estaría muy bien, pero… quién cerraría las rejas".
Esa pícara broma viene a cuento, por el
ladino exhorto que recientemente lanzó a los corruptos el presidente Andrés
Manuel López Obrador: "Ríndanse, los tenemos rodeados".
Al parecer esa advertencia
(policiacamente peliculesca) fue dirigida a los corruptos en materia de agua,
medio ambiente y sector inmobiliario, pero como AMLO suele disparar su discurso
en horizonte de 360 grados, ese reclamo debe interpretarse de amplio espectro.
Se lo digo a los deshonesto del agua,
para que lo escuchen los deshonestos del poder judicial federal y, entonces,
estamos en presencia de un presidente de la república que les grita de cuadra a
cuadra a los ministros (que en su juicio sumarísimo son deshonestos), ríndanse,
los tenemos rodeados.
Porque a la parte deshonesta del poder
legislativo federal no le puede exigir que se rinda, ya que ésta se sometió
desde el inicio de sus funciones como LXIV Legislatura.
A los deshonestos (según el leal saber y
entender de AMLO) de la iniciativa privada, de las universidades públicas
autónomas del país, las instituciones paraestatales, los gobiernos de las
entidades federativas no afectos a la 4T, la prensa no afecta, los
neoliberales, los fifís y anexas, sí los incluye en la conminación: ríndanse,
los tenemos rodeados.
Ese ultimátum seguramente por pura "honestidad"
no se los lanza a los múltiples y diversificados grupos del crimen organizado,
a quienes cometen delitos calificados de graves en nuestra legislación penal, pues
para ellos AMLO sólo impone la "durísima" prevención de que los va a
acusar con su mamá.
Al parecer, vivimos otro sexenio de
chiste; algo similar a lo vivido con el presidente Vicente Fox. Con éste
sobrevivimos a su comedia, ojalá, al menos, podamos decir lo mismo en la
conclusión final del ejercicio lopezobradorista, sin padecer tragedias.
Entre tanto problema que padecemos,
sufrimos del contagio que el presidente en turno transmite al país: sus vicios,
flaquezas e imperfecciones.
Obsérvese, en el caso de AMLO, cómo un
prudente presidente ministro de la SCJN, como Arturo Zaldívar, que recién
asegura: "No es papel de la Corte subirse a una arena pública a discutir
con otros actores políticos sobre lo que hacemos, porque eso desvirtúa nuestra
función", se infecta de amlosis, se sube a un ring de sucia política,
discute con actores, respecto a recuerdos, ciertos o equívocos, sin más sentido
que el barbear al actual presidente.
Y a esos desaciertos, sumamos la
mezquina e ignominiosa afirmación del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa:
"Yo gané, me robaron la elección; pero los castigo Dios". Un egoísta
peleándose con dos muertos, y denunciando a Dios como sujeto activo de un doble
delito de homicidio.
¿Dónde está la ciencia política?
Amenazada, escuchando estupefacta: "Ríndanse, los tenemos rodeados".