Con la primavera llegó Benito Juárez,
la personalización de un grupo de mexicanos que supo con talento y audacia
establecer el inicio de un estado mexicano civil y laico que, logrando su
desarrollo, aún sufre estertores de un clericalismo disparatado.
Hoy,
con la primavera 2013, reafirmamos a México como un Estado laico, con educación
laica, y no por dogma, sino porque es, ahora, el único camino para el
desarrollo de todo mexicano.
Cuando
el fenómeno educativo se pliega a cualquier dogma religioso, la educación se
atrofia, la investigación científica se detiene, la tecnología no existe, y la
ética como hazaña de la libertad queda encarcelada. Históricamente esto le pasó
a la Europa del sur al imponer ese dogma en contra del renacimiento.
En
cambio, la Europa del norte desarrollo el renacimiento, y con él a la
investigación, la ciencia y la tecnología; por eso, entre otras razones, el
sistema científico europeo del norte domina al sur.
El
fenómeno religioso, parte connatural del Hombre, debe ser tratado y estudiado
con todo respeto por la ciencia y la filosofía, con la dignidad que imponen las
nuevas primaveras.
Una generación de mexicanos personalizada por el
Presidente Lázaro Cárdenas del Río expropió, en el cercano advenimiento de la
primavera de 1938, a las compañías extranjeras que explotaban al petróleo y a
los trabajadores mexicanos.
El
mensaje del Presidente Cárdenas anunciando aquel acto expropiatorio sigue
siendo vigente. Al referirse a aquellas compañías extranjeras y explotadoras
dijo: "Han tenido
dinero, armas y municiones para la rebelión; dinero para la prensa
antipatriótica que las defiende; dinero para enriquecer a sus incondicionales
defensores; mas para el progreso del país, para encontrar el equilibrio
mediante una justa compensación al trabajo... no hay dinero ni posibilidades
económicas ni voluntad para extraerlo del volumen mismo de sus ganancias."
Hoy, con la primavera 2013,
reafirmamos a nuestra Nación como la única propietaria de nuestros
hidrocarburos, como estanco o monopolio estatal justificado. ¡Que a nadie se nos olvide!
Cierto, Petróleos Mexicanos debe
modernizarse, para ser una empresa libre de corrupción, tanto gubernativa como
sindical.
Cierto, PEMEX debe transformarse, pero
jamás caer en manos de la iniciativa privada, menos si ésta es deshonesta.
Modernizar no es privatizar a la corrupción, ya que ésta, venga de donde venga,
debe ser extirpada.
Modernizar a PEMEX es poner a gente
capaz y patriota a dinamizar eficaz y honestamente a dicha descentralizada,
tomando en cuenta, para bien de México, el desarrollo de nuevas fuentes
energéticas.
No desconfiemos de la primavera; esa
primera verdad que está adviniendo. Hagamos que con ella brote lo mejor de
nosotros.